¿Izquierda Vs. Derecha? (continuará…)

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En el gabinete de gobierno del presidente de Argentina Mauricio Macri, el ministro de cultura ha declarado que la cultura no es para los pobres. Éste gobierno llega el 10 de diciembre a un año en el poder. Es notable como han asumido ciertas políticas neoliberales que afectan y destruyen a la tradición y a la identidad argentina. Los movimientos sociales se levantan cada mañana protestando. Los sindicalistas están reclamando la unidad entre todos los sectores sociales para enfrentarse a la autoridad castigadora de Macri y su camarilla. Los derechos que exigen en ese país los ciudadanos son la cultura, la educación y la salud. Derechos universales en los que Argentina siempre ha destacado. Ahora pocos son los ciudadanos que con sus salarios pueden disfrutar de puestas en escena o bailes o conciertos. Argentina, quizás el país que más figuras intelectuales universales ha regalado a la literatura, al arte, a la cultura en general.

Así actúan los gobiernos neoliberales, capitalistas, neocoloniales y dependientes. Serviles del capital extranjero. Prometen cambios que nunca sucederán. Regalan sus recursos a bajos precios a las empresas foráneas. Prometen, incumplen, vuelven a prometer, justifican y el pueblo sigue sufriendo que los cambios se queden en promesas. Los dirigentes de la derecha no tienen virtudes morales, ni cualidades ejemplarizantes. Más bien, dan pena. Se avergüenza el ciudadano común del gobernante que tiene. Pero no se inmoviliza, reclama, exige y mira a otra parte. Entonces aparecen en el horizonte político los movimientos de izquierda que entienden el cambio como un proceso, que revolucionan los discursos, que explican lo que sucede en la economía, que entienden la solución política, y que proponen la salida para la crisis. Además de que, históricamente, los líderes de izquierda están más comprometidos con la cultura, la Nación, las tradiciones. Son más preocupados por la situación del arte y la cultura, quizás por conocerlas bien es que pueden regularlas mejor. No hay un líder de izquierda que no escriba, que no conozca a un escritor, que no quiera conservar el patrimonio artístico de su país, que no visite los monumentos y los sitios históricos para nutrirse de ellos como si de ese acto dependiera su devenir político.

Hay mucho que aprender de los que se fueron, y de los que todavía aparecen con pinzas. Hay mucho que aprender de líderes como Fidel, que no cantaba pero escribía; de Chávez, que no escribía pero cantaba. En Cuba queremos ser Fidelistas, pero muchos no entienden el concepto, ni interpretan sus ideas, ni actúan como lo hiciera él. Hoy, muchos dicen ser fidelistas y no son más que lectores que repiten frases, regañan, sancionan, incumplen, vuelven a sancionar, repiten la dosis y así se convierten en engordadas figuras públicas, las llamadas vacas sagradas de décadas anteriores, yo pudiera añadir, doradas también. Porque tanto brillo tiene el carro de un negociante, un revendedor, un banquero ilegal, un maseta, como el carro de un dirigente ocupante de cargo público.

Hace poco Joseph Stiglizt, exdirector del banco mundial, Premio Nobel de Economía en 2001, dijo en el Aula Magna de la Universidad de La Habana que la mejor y mayor riqueza de los países es su capital humano. Nuestro capital humano para que sea la mejor de nuestras riquezas y nuestro más valeroso recurso, tiene que ser más consciente, más inteligente, más capaz, más actuante en su quehacer, menos acomodado y más humilde, mejor pensador y analista de lo que dice, además debe saber escuchar bien, ser más útil para la producción y para su sector social, más lector y usuario de libros o televisoras, incluso de internet, más participativo y de valedera opinión, y que entienda que la prohibición es una debilidad.

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